Una pizca de sal
dedicado a mi abuela Eva que ya no está físicamente. Pero que fue quien me inicio en el gusto de la narración.
Duermo en las arrugas de la abuela, se qué profundas son; aradas de felicidades y tristezas. Mástil sobre un lunar un vello largo y tieso, confiesa que ella nunca conoció el amor...
Camino por su nariz, inmensa, curveada, asombrosa, perfecta; envuelto en un tornado aromático a infusiones de hierba, alcanfor, canela y “vaporrub”. Caigo y ágilmente trepo un poco más para asomarme a sus ojos; ¡sorprendente!, jamás he estado tan cerca de ella aunque muchas noches la he evocado, para decirle cuanto la amo... te extraño, escucho tu voz cuando salíamos: -una pizca de sal bajo la lengua antes de salir...- cuando le hablaba a las plantas y al cotorro para tranquilizarlos por su ausencia. Todos te aman, nadie lo dice, solo los nietos y bisnietos pequeños, que si aun vives cuando estén grandes serán tal vez como yo… “Callado por vergüenza de amar”.
¿Quién silencia? ¿Cuándo corte el ombligo que me ataba a ti? En que momento dijiste que acabo la historia… -¡váyanse¡ que su madre los regañará, es tarde... -cuentos inconclusos, tortillas con sal y manteca, pedazos de barquillo tostado que hacías para la nieve, que en lugar de tirar nos lo diste a tus nietos los “diablillos tragones”.
¿En qué momento deje de ser niño? en qué momento se cerró la puerta de la casa para no salir a jugar...
Soy un cerrojo interior, capullo, inamovible, voyeur, observa. ¿Qué paso con los otros? ¿Por qué no se hicieron capullo? Crecieron. Abue... Cuéntame un cuento otra vez, inventa uno de mí con un final feliz; Quiero ser el héroe, el bueno de todos...Y que ese cuento haga viajar a ti para abrazarte. Ya no quiero tener miedo al duende encuerado que habita tras tu ventana. Caminar no fue tu virtud, pues siempre te vi con tus huesos rejegos a obedecer, Cuando gritas a la derecha... ellos se van “pál otro lado”. Nunca te desanimaste ni te quejas; siempre esperas ser invitada a una nueva aventura, eso es para ti una salida a la plaza, playa o cualquier lugar.
Hoy buscando encontré tu herencia... mis manos, se parecen a las tuyas; grandes y largas; Abue... mi vida no quiero que sea como la tuya. Llena de golpes y calumnias...No quiero terminar mis días siendo un nómada, Añorando regresar a mi primer hogar, pariste tantos hijos que ahora todos quieren tenerte con ellos como un trofeo, o como una medalla al merito... Manifiesto social del amor que te tienen.
Un ejemplo aquí esta, estoy escribiendo consciente que nunca sabrás, que quiero decir... pero quiero menguar mi culpa, estar bien conmigo mismo; quiero decirte, que me has hecho feliz, me llenaste de tu magia y tus misterios. Y sí quiero ahora sentarme en el suelo, para que me cuentes otra vez. Te confieso algo, todos te queremos, te amamos, solo que nadie nos enseño a expresarlo. Somos capullos grandes, envueltos en ceda hecha de poses, complejos, envidias y tristezas; dentro de él no podemos extender los brazos... para tocarte.
No puedo dejar de verte, sentada en esa dura silla, encorvada por el peso de los años, en tu mejilla deposito un pequeño beso, tu mano toma la mía fuertemente, cuando tus ojos me esquivan, pues ya no me reconoces, quiero escuchar tu voz, y tu escandalosa carcajada, que taladre mi alma y la desgarre dulcemente, para recordarte siempre; Abue sigo siendo el niño, tu nieto el de siempre, sigo llorando a solas, ya no bajo la cama; sigo ahora con la distancia corriendo de mi madre para que no me alcance con el cinturón. Y cada vez que salgo busco una pizca de sal... Para sentirme acompañado de ti, Incluso para dormir tranquilamente todas las noches sobre tu mejilla...
Arthem Vigue
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios son muy importantes para mí.