En memoria:
La esfera, el rayo, el canelo, el crouly, y tantos amigos que me hicieron llorar con su partida.
Autor: Arthem Viguerass
Abril 2009
Poncho, se encontraba muy deprimido, por los constantes desplantes, malos tratos que le daba su amo; así es Poncho era un perro cruza de labrador y madre hija de pastor cruzada con quien sabe quién. Ese origen tan incierto no perjudicaba la estabilidad ni su necesidad de identidad, el era feliz de pequeño, lo malo fue cuando se hizo joven; ya ven que las etapas de vidas de un perro son muy rápidas, “un día son cachorros y al otro adultos…” en fin, su amo dejo de jugar con él, para dar paso a golpes y largas estadías amarrado en patio dándole el sol todo el día y sin agua; sin embargo cada vez que veía llegar a su amo, a pesar de tanto cansancio, insolación y hambre, movía la cola con las pocas fuerzas que le quedaban en su cuerpo, para decirle cuanto lo quería, ni todos sus esfuerzos lograban cambiar algo. A veces, tenía que atesorar un segundo en sus recuerdos, cuando éste le daba una palmadita en la nuca, reviviendo en su memoria de perro, esos momentos; ahora un instante multiplicado imaginariamente durante días, para ser feliz.
Un día la soga que lo ataba estaba tan torcida y desgastada que se rompió, poncho salto, “grito ladrando en baja”, - así es uno habla en voz baja y ellos ladran- … olfateo la puerta de la casa, como si buscara a alguien, y después corrió y corrió y corrió; hasta llegar justo ahí, al lugar donde jamás imaginó llegar, y que otros perros le habían contado que no se acercara; a menos que ya no quisiera buscar ni esperar nada en su vida. Volteo a ver hacia atrás para tratar de pensar que quizá su dueño saldría a buscarlo, recapacitando que lo quería, pero no vio a nadie, su cabeza estaba agachada, con la cola entre las patas, fatigado; y entonces dio el mal paso de su vida, avanzó tres, cuatro cinco paso y sucedió, escucho un rechinido muy fuerte y después solo sintió un dolor intenso en sus costillas, que lo empujaban y elevaba por el aire, después nada, sólo silencio y en sus imágenes últimas vio a su amo nuevamente dándole un palmadita en la nuca, sintiendo un corriente eléctrica por todo su lomo extendiéndose hasta la punta de su rabo, después una luz blanca que le lleno de paz su sueño…
En la carretera, siempre hallamos de igual forma muchos como él que quizá alguien no los quiso, los lastimo y su única forma de tener un momento mágico, grato sea recordándolo a través de una fuerte sacudida que les diera un vehículo.
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